jueves, 6 de marzo de 2014

Colombia Elige...


A diferencia de muchos de mis colegas blogueros, no tengo ninguna recomendación específica frente a candidatos para la selección de los congresistas de Colombia este 9 de marzo. Sólo unas consideraciones que, en mi sentir, valdría la pena que se sometan a la consideración de quienes asumimos que algo se puede hacer para que el país ande por otras sendas, que no sean la de la supresión de los contradictores, la de las ciegas adscripciones a liderazgos mesiánicos, la de las complicidades con personajes que no leen ni estudian ni se interesan por aquellos a quienes dicen representar, la de la confianza ciega en tradiciones que en general han mostrado no servir más que para el mantenimiento de un statu quo que afirma la consolidación de unas diferencias que deberían avergonzarnos como ciudadanos, como demócratas, como humanos.

Están lejos los tiempos en los que milité en la izquierda. En mi familia la tradición indicaba que debía ser conservador, muy cercano a sectores bastante radicales. En una y otra vereda pude percibir autoritarismos, visiones sectarias y estrechas, intolerancia y discriminación hacia quienes no comulgaban con los idearios de cada colectivo. Al final, identifiqué las "líneas" de cada uno como expresiones de "iglesias" cerradas (aunque etimológicamente la palabra aluda a congregación, algunos estudiosos sugieren que de entrada el término hace referencia a grupos excluyentes, lo que daría para pensar que "iglesia cerrada" es casi un pleonasmo). De hecho, me excluí de una iglesia una vez viví la experiencia de conocer por dentro un Seminario, y de la otra una vez que expresé una opinión contraria a la de un grupo y fui prácticamente acusado de ser algo así como un contra-revolucionario.

He dedicado mi vida desde entonces (desde hace ya más de treinta años) a actuar de acuerdo con mis convicciones, en las que priman las ideas de servir a otros, de andar del lado de la vida en cualquiera de sus manifestaciones, de valorar la diferencia como principio y garantía de preservación de la vida misma (como tan bien lo saben los biólogos y los ambientalistas), la de disfrutar de lo que soy capaz de conquistar con mi trabajo y mis ideas (por éso el enorme disfrute del estudio, de la literatura, de la música, del cine, de mis diarias caminatas o paseos en bicicleta, del amor, del humor....). Si el mundo no es mejor cada día para cada uno, en sus pequeños dominios (la casa, el espacio en el que trabaja, el vecindario, los círculos de amigos), y si no es posible que aportemos para hacerlo mejor, no es mucho lo que se puede disfrutar del estar vivos.

Creo que los políticos tienen como misión principal educar, y sé que los nuestros casi nunca lo hacen. Creo que un político debe generar confianza por todas y cada una de sus actuaciones, y advierto que en Colombia hay muy pocos políticos que lo logran; más bien se esmeran por alcanzar altos niveles de descrédito. Creo que para ser políticos se necesita más que hacer política (es decir, que la política verdadera se hace en escenarios que no son propiamente aquellos en los que nuestros políticos brillan más: los de la invención de leyes para todo y la negación a buscar soluciones por fuera de imposiciones y normas; los de la acumulación de poder económico, influencias y capacidad de negociación para beneficio personal; los del cultivo de una imagen mediática que pocas veces tiene que ver con la personalidad real de la mayoría de quienes muestran sus máscaras cada cuatro años en los tarjetones).

Y los políticos deben servir a la gente, independientemente de quién los elija, cosa que rara vez vemos. Lo que llamamos vocación de servicio parece estar del lado de personas altruístas que se organizan en torno a proyectos que se realizan generalmente por vías distintas a las que proponen los políticos.

Y los políticos deben ser generosos y solidarios, cosa que tampoco vemos corrientemente.

Y los políticos deben ser honrados.

Y no deben ser oportunistas.

Un abrazo para quienes se atreverán a votar este domingo, y ojalá lo hagan de la manera políticamente más consecuente.

Luis Jaime, marzo 7 de 2014

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