martes, 30 de agosto de 2016


EL NEGADOR DE MILAGROS

Comienzo con la transcripción del cuento que lleva el mismo título de esta nota, citado según Borges por Giles en Confucianism and its Rivals, Lecture VIII, 1915:

“Chu Fu Tze, negador de milagros, había muerto; lo velaba su yerno. Al amanecer, el ataúd se elevó y quedó suspendido en el aire, a dos cuartas del suelo. El piadoso yerno se horrorizó. «Oh, venerado suegro» —suplicó—, «no destruyas mi fe de que son imposibles los milagros». El ataúd, entonces, descendió lentamente, y el yerno recuperó la fe.”
Los negadores de milagros existen. No diré que proliferan, pero sí que son una de esas especies de individuos que parecen necesarios en las sociedades y los tiempos. Y los han padecido muchos de nuestros antepasados de diversas maneras y en toda suerte de circunstancias.

Negar milagros es como negar que son posibles las utopías, y siempre habrá argumentos para ignorar que la tierra gira alrededor del sol, o para condenar la idea de que los humanos descendemos… de los árboles.

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Los negadores de milagros deben considerarse pragmáticos y dueños de conocimientos o de una especial capacidad para observar y para razonar que no poseen sus congéneres. No se les puede culpar por eso, pues se trata de una manifestación del potencial enorme que tiene la diversidad, fuente y sustento de la vida.

El problema que enfrentan quienes niegan la ocurrencia de milagros es que estos se producen en enormes cantidades cada día, todos los días. Piénsese en el nacimiento de cada criatura, en la flor de una bromelia, en el enamoramiento de cualquier pareja en cualquier lugar del planeta, en el sorprendente y todavía inexplicable hecho de que en ese planeta, que pertenece a uno de cien mil millones de sistemas solares de uno de los cien mil millones de galaxias de uno de los cien mil millones de nebulosas en el universo que creemos conocer, vivimos quienes podemos ser testigos de un nacimiento o de la eclosión de una flor y, todavía más, protagonistas de un enamoramiento…

Con todo, los humanos tenemos terribles limitaciones, y tendemos a convertirnos en negadores de milagros cuando nos empeñamos ciegamente en no movernos de una postura intelectual, de una opinión, de una creencia. Le hacen mal a la especie las sectas, los partidos, las escuelas, los nacionalismos, los racismos, las ultra-especializaciones, los fanatismos de cualquier tipo. Sobre todo, le hacen mal los fundamentalismos, que por definición son negadores de milagros, puesto que los milagros solo se producen en contravía de lo inamovible.

Creo que la paz en Colombia puede ser un milagro, pero hay que provocarlo y garantizar que los negadores no lo perviertan.

Bogotá, casi septiembre de 2016

domingo, 28 de agosto de 2016

E L      U N I L A T E R A L I S M O

NOTA PREVIA Y MUY NECESARIA: Hoy se hace necesario en Colombia hablar y escuchar con amplitud. "Todas las voces" (como en la canción) deberían ser escuchadas. Pero no se deben aceptar las imposiciones ni las pretensiones de que hay una verdad que vale para todos. Por eso mis escritos pueden ser copiados, utilizados, replicados, discutidos, apropiados o controvertidos en cualquier medio y por cualquier persona, siempre que se cite a su autor.

El maestro Estanislao Zuleta solía afirmar que uno de los más grandes aportes de la civilización griega a la humanidad es la perspectiva. Pero no aquella que nos hace pensar en la geometría o en las artes pictóricas sino una más necesaria para la vida cotidiana: aquella que valida la existencia de múltiples puntos de vista sobre diversos asuntos. Decía que uno de los más claros ejemplos de esa perspectiva está en los Diálogos de Platón.

Platón no intenta persuadir a sus contertulios sobre aquello que piensa, solo les lleva a considerar opciones diferentes sobre lo que cada uno de ellos considera "verdad". Y entonces se pone de manifiesto que el pensamiento es relativo, y que muchas veces nos dejamos llevar por opiniones (creencias no elaboradas, adscripción a ideas que escuchamos en boca de quienes consideramos "autoridades" en determinada materia, afirmación de prejuicios o miedos o sospechas).

El mismo maestro Zuleta, en un muy conocido texto (Acerca de la Ideología) dice que la ideología "le teme al vacío". Quizás por eso resulta tan cómodo buscar el abrigo de un grupo (un partido, una secta, una comunidad cerrada), al amparo del cual se pueden desentender sus integrantes de la exigencia de pensar. El temor al vacío lleva a suponer que quienes contradicen las ideas de un determinado grupo tiene "oscuros intereses" o "malignas intenciones", que algo hay de tramposo en sus argumentos y sus procederes.

Y cuando no son evidentes ni se manifiestan con claridad las torcidas intenciones de quienes disienten de la "verdad" del grupo, entonces se les atribuyen estrategias non sanctas. El grupo no puede dejar de pensar que quienes ha asumido como enemigos dejen de serlo; no puede aceptar que quien busca llegar a un acuerdo para evitar una confrontación que desborda las posibilidades del diálogo decida que son mejores los acuerdos en los que cada quien cede un poco que la búsqueda del "triunfo" de unas ideas por la eliminación de los contradictores.

La razón instrumental (unilateral casi por definición) desecha la posibilidad de considerar como opción comprender visiones ajenas: se interesa por hallar UNA verdad que satisfaga a todos, lo que supone que quienes se aparten de esa verdad resulten marginados, o perseguidos o condenados (moral, social o penalmente). Quizás supera la visión medieval de la aceptación ciega de la autoridad (de los reyes o de los clérigos), pero sigue siendo "ciega" frente a opciones que no se allanan a sus criterios.

No puede haber "positivismo" de las ideas sobre la sociedad, porque la sociedad misma es una invención y una búsqueda, y no hay fórmulas que nos digan que determinada forma de convivencia es mejor que otras o superior a otras: Colombia nos muestra centenares de modos de vivir, diferentes a los de quienes hemos aceptado el encierro y los códigos de las ciudades.

El unilateralismo se sustenta en una visión simplista de la realidad. En este país se habla de un conflicto e inmediatamente se instituyen partidarios de una u otra posición, de uno u otro actor. Pero un conflicto es un efecto de una situación, lo que debería llevar a que se pensara cuáles con sus causas cercanas y sus causas remotas. A mí se me ocurre que si uno perdona a quienes en un enfrentamiento dieron muerte a unas personas (soldados, campesinos, guerrilleros, empresarios, etc.), entonces está perdonando a quienes provocaron el enfrentamiento (y no solo a quienes terminaron siendo los actores "materiales" del mismo).

Y la realidad es compleja, tremendamente compleja. En Colombia ha habido muertos por causa de una tonta filiación a un partido que se expresa con un trapo de cierto color; y más muertos porque se siguió a caudillos que jamás pensaron en beneficiar a sus seguidores y en cambio sí en aprovechar su apoyo para ganar poder político pero, sobre todo, económico; y demasiados muertos porque enmascarándose en la "verdad" de un grupo se atribuyeron crímenes a quienes sencillamente buscaban opciones de vida.

Conversar: convocar versiones diversas para poder examinarlas y llegar a comprender por qué y cómo otras personas piensan de manera diferente.

El asunto no es de SI o de NO a un plebiscito. Se trata de que seamos capaces de vivir del mejor modo posible en el reducido espacio que nos corresponde.