viernes, 2 de agosto de 2013

Culpas (2)

La culpa y la normalidad....

La noción de normalidad y la experiencia de la normalidad, en mi sentir, han provocado incontables desastres en la corta historia de la humanidad. Primero, porque la mayoría de las personas (incluidas aquellas que se creen normales) ignora que la condición de normalidad no es más que la expresión de un hecho estadístico; segundo, porque los normales han alimentado la idea (auspiciada por grupos religiosos, políticos, económicos, sociales, culturales, étnicos, de clase....) de que quien no califica como normal puede ser marcado, excluido, in-culpado, condenado...

No se es normal cuando, por las razones que haya, uno no puede sentir, pensar, actuar como la mayoría de las personas que están alrededor.

El tema de la normalidad lleva al tema de las diferencias. Los anormales son diferentes de la gente común y corriente, que suele ser siempre la mayoría. La mayoría asume que por contar con la fuerza de su número está por encima de la minoría anormal.

Pero la idea de mayoría puede ser equívoca, como lo muestra la historia de casi todos los países suramericanos, en los que una mayoría mestiza ha desconocido los saberes y la fuerza de pueblos que habitaron y supieron sobrevivir de manera armónica con la naturaleza, y se dejaron convencer de que eran "primitivos", inferiores, "anormales".

La estadística halló que en la mayoría de los fenómenos biológicos se puede representar la ocurrencia de ciertas manifestaciones que muestran la tendencia de la naturaleza a producir seres normales: la estatura de la gente, las pulsaciones del corazón, el número de veces en que respiramos cada minuto...

También en el mundo social hay expresiones de normalidad: son normales quienes se acogen a las costumbres que la mayoría acepta como expresión válida y ejemplar de la vida social, quienes aceptan las leyes que han impuesto unos pocos, quienes convencieron a muchos de que son las que deben regir (el derecho siempre será una impostura, y resulta rentable y provechoso para imponer "normas"). Las normas, dicho sea de paso, son resultado de aquellas conductas que un grupo que domina impone como expresión a las mayorías que se someten a él.

La decencia, los protocolos, la urbanidad y la cortesía son productos de la normalidad. Los normales viven de acuerdo con estadísticas que establecen quienes se hacen con el dominio de un grupo. Aún en las sociedades llamadas "primitivas" la normalidad es un dictado de quien tiene el poder.

La normalidad social es siempre una imposición.


Los partidarios de la normalidad reclaman la idea del orden, que es SU idea de orden; exigen que haya comportamientos estandarizados de acuerdo con sus modos de percibir, sentir y actuar en el mundo. Se inventaron no sólo el derecho sino, además, el protocolo, la urbanidad, la LEY...

Los anormales se sienten cada vez más amenazados: los in-culpan por ser diferentes, por experimentar lo que no parece conveniente, por imaginar lo que no existe. Pero la estadística mostrará también que los "anormales" han hecho de este mundo algo siempre mejor, más soportable, crecientemente HUMANO (en un sentido que no tiene que ver con la idea que se hacen de la humanidad los poderosos o los "puros", o los "decentes", o...).

Lo grave del asunto es que quienes se sienten "normales" parecen no sólo disfrutar de su condición sino creerse superiores. Los nazis se creían "normales" y superiores, igual que los judíos, o los cristianos de occidente, o los pequeños hombres pequeños de los Estados Unidos de Norteamérica, quienes se creen americanos más allá de toda distinción étnica, cultural o ideológica.

La normalidad amenaza a la anormalidad: no es posible que alguien se declare y actúe en contra de las normas de las mayorías sin que lo lleven a un manicomio, o lo encarcelen, o lo marquen como "in-elegible" para actuar en los ámbitos en que las sociedades normales fabrican su descendencia.

Habrá que explorar por qué algunos humanos actúan contra la Gran Costumbre, por qué claman contra el "estar sentados", por qué ignoran las reglas de las mayorías (entre otras, ¿será que aquello que dicen las mayorías es expresión de una real mayoría?).

Los "normales" no pueden ser mejores que los "anormales", simplemente porque la vida no valida la normalidad con arreglo a datos estadísticos. La ciencia ha probado que no se ajusta a opiniones, al sentir de una mayoría...

Los normales acusan a los "anormales" por no ser como ellos. Pero no hay ninguna razón real que valide la norma (estadística) como criterio para actuar en territorios como la solidaridad, la amistad o el amor (por el contrario, las normas hablan de tomar ventaja, de sacar partido...).

Los "anormales" se sienten amenazados. La anormalidad es una fuerza que explora, que reivindica, que hace valer opciones.

¿Qué es ser culpable, cuando se propone una alternativa?