lunes, 31 de octubre de 2016

SOBRE LA MANIPULACIÓN


En La tarea del héroe (Premio Nacional de Ensayo de España, 1982), Fernando Savater propone una ética “cuyo fundamento es comprender al hombre como ser activo” (reseña de la contraportada del libro). La ética debe ser el objetivo de la política, pues de otro modo la democracia seguirá siendo apenas un ideal, pero no una forma política efectivamente existente aquí y ahora.

Desde hace un poco más de diez años, cuando leí por primera vez esta obra, La tarea del héroe se convirtió en un referente permanente para muchas de mis actividades como docente, y alimenta muchas de las reflexiones que me ocupan, las mismas que comparto periódicamente con los amigos que me visitan o que generosamente se asoman a mis textos.

La única complicidad que intento establecer al escribir es la que se sustenta en la afirmación del derecho que a todos nos asiste para encontrar razones comprensibles y válidas con respecto a las decisiones que tomamos en cada escenario en el que actuamos. Es un derecho de todos y ejercerlo nos permite con-versar con nosotros mismos y con personas cercanas (no física sino existencialmente).

Dice Savater que “Cuando se manipula a los hombres, aunque se empleen para ello palabras o signos de otro tipo, siempre es el peso de la necesidad lo que les abruma, la mano asfixiante de lo irremediable, de lo que carece de alternativa y elección”.

Se manipula, pues, porque hay desesperación, porque no se ven salidas, porque no se comprende qué amenaza pende como espada ominosa sobre quien acepta la “guía” de un “líder”, de alguien que ofrece respuestas para preguntas que pocos hacen, como sucede con los estudiantes de todos los países en todas las latitudes cuando aceptan que un “profesor” (pocas veces un maestro) responda a sus inquietudes. Los maestros, por supuesto, no dan respuestas: contra-preguntan.

A la desesperación no se puede responder con fórmulas. Primero, porque a los desesperados (quienes no han encontrado razones para la esperanza) no los mueven las mismas motivaciones (es tan variada la forma como nos agreden, y son tantos los modos como nos desencantamos). Si nos muestran que lo irremediable es perdernos, y perder la razón de soñar, de creer, de inventar, de crear; y si aceptamos que lo irremediable es real, probablemente aceptaremos que necesitamos un guía, algún mesías que se ofrezca como generoso orientador de grupos, comunidades o países, como líder o gobernante, para que señale el camino que debemos transitar.

Segundo, porque padecemos circunstancias diversas: experimentamos situaciones que nos confrontan con personas cercanas, con normas, con poderes, con afectos, con recelos, con deseos.

Tercero, porque las llamadas “fórmulas”, cuando se piensa en aplicarlas a la vida, muestran su improbable capacidad de acertar. La vida es dinámica y sabemos que dos situaciones problemáticas que parecen similares no producen los mismos resultados cuando se emplea para resolverlas una única vía. La dimensión causal de cada evento se compone de innumerables elementos, la mayoría de los cuales no alcanzamos a percibir.

Y Savater sigue: “…el énfasis en la mano que el término manipulación comporta, y que podría aparecer a primera vista como una limitación o una inexactitud (cuando se refiere a humanos) aporta connotaciones que no dejan de ser fundamentalmente relevantes para intensificar la noción intuitiva de que estamos tratando: se refuerza la idea de posesión en su sentido más inmediato y físico, destacando el carácter material y, por tanto, necesario —o que juega con necesidades— del proceso, y también se facilitan imágenes de moldeamiento, experimentación y empleo minucioso o esmerado de instrumentos con vistas a un fin. Todas esas connotaciones cobran su pleno sentido a la luz del resto del significado de manipulación, esto es, el de que se refiere exclusivamente al manejo de cosas.”

Así, pues, quien manipula cosifica a los sujetos. Por ello el término resulta más que adecuado para referirse a la intención del manipulador de transformar a los manipulados en cosas, en objetos inertes y “sin posibilidad alguna de subjetividad racional y de iniciativa creadora”.



El manipulador crea los escenarios propicios para lograr su cometido. Se rodea de aquellos a quienes ha manipulado previamente, mediante el ejercicio de otorgarles pequeñas dosis del poder que detenta, a través de discursos irrefutables (“sustentados” en creencias, en entelequias, en “verdades” que se imponen por la fuerza o por la apropiación excluyente de recursos, entre ellos de la información o el conocimiento que permitirían desnudar sus intenciones).

El manipulador agrede del modo más infame a quienes manipula porque los convierte en cosas suyas. Los separa de lo que podrían alcanzar por su iniciativa y su fuerza propia, les niega la posibilidad de saber, de pensar, de elegir. Lo logra ocultando lo que contraviene sus ideas, o falseándolo, o inventando lo que conviene para alcanzar su propósito.

En Colombia (en el mundo entero, mejor) se miente y se manipula en todas las esferas del poder, tanto en las del Estado como en las de las colectividades que lo mantienen, en los rígidos círculos de quienes se proponen como guías incuestionables de otros, en las instituciones “educativas” (en la medida en que todas ellas suscriben un discurso incontrovertible que se traduce en unos programas con determinadas orientaciones y en unos estatutos que generalmente abarcan dimensiones que van más allá de la expresa “intención” de formar en una disciplina a los estudiantes que se matriculan). Cada quién sabe en qué otros escenarios, comenzando por aquellos reducidos ámbitos en los que crecemos.

Hago estas anotaciones porque en nuestra historia reciente es cada vez más evidente que hay manipuladores en casi todas las esferas de nuestra vida. En la política abundan.

La reflexión puede extenderse, pero para comenzar valdría la pena que nos pensemos y que des-cubramos cómo y por qué actuamos.


Con el guiño, un abrazo.

miércoles, 5 de octubre de 2016

DESPACIO, QUE HAY PRISA...

- ... Hay cosas capaces de moverse, que tienden a un fin,
y hacen esfuerzos para conseguirlo. Pues bien, si en cada
uno de estos arranques pasan al lado del fin o meta sin
tocarlos, ¿procede esto de que se mueven con medida o,
por el contrario, de que se ponen en movimiento sin ella?
- Sin medida, evidentemente.                                           
Platón, El sofista o del ser.


Hablo de proceso de paz, del plebiscito del 2 de octubre, de este país.

Que no hubiera "Plan B" en ningún caso (que ganara el SÍ, que ganara el NO) no es demasiado grave. En La Perrilla, de Marroquín leemos:

"Es flaca sobremanera
toda humana previsión,
pues en más de una ocasión
sale lo que no se espera."

Y como el resultado de las urnas ha sido inesperado para todos, ahora resulta que se buscan por todos los medios argumentos de los que no se disponía, y de nuevo se apela a opiniones poco consistentes, sobre todo emotivas, para "cercar" a los contradictores, o para eludir compromisos, o para "demostrar" que las razones de un lado pesan y valen más que las del otro.

Y como hay prisa, porque las condiciones pueden variar, porque el "diálogo" ya no es entre dos sino entre tres, es necesario considerar el panorama con la complejidad que tiene, porque el simplismo, el reduccionismo y el apasionamiento nos llevan a no ver (a distinguir) ni el bosque ni los árboles.

No creo que quienes promovieron el NO en el plebiscito del domingo 2 de octubre sean ingenuos. No creo que su idea de que "se hizo entrega del país a las FARC" tenga sustento sólido: saben que los acuerdos que se sometieron a refrendación son el resultado de arduas discusiones que tomaron algo más de cuatro años; saben que los negociadores del gobierno no son ni miembros, ni cómplices, ni simpatizantes, ni voceros de las FARC; saben que las conversaciones llevaron a momentos álgidos y que hubo más de un momento en el que estuvieron a punto de suspenderse, saben que cuando se negocia los límites de un posible acuerdo los fijan los interlocutores de cada parte...

Los negociadores de las dos partes llegaron a la conclusión de que el acuerdo final era el punto medio de la discusión. Por eso se redactó el documento y por eso se planteó la firma.

Ahora el asunto es de interpretación. Veamos:

En el escrito de Iván Duque Márquez, vocero del Centro Democrático, publicado por el diario EL ESPECTADOR en la edición dominical del 2 de octubre, se plantea que "Con el NO estamos pidiendo que se corrija el artículo 36 del Acuerdo de Justicia, que contrario a lo que dice nuestra Constitución, está permitiendo que los máximos responsables de crímenes de lesa humanidad puedan llegar a cargos de elección popular." (sic)

El simplismo en la formulación deja de lado contextos, condiciones y resultados del acuerdo. Primero, porque lleva a pensar que no hay juzgamiento, que no hay exigencia de verdad, que no hay reparación, que no hay penas privativas de la libertad y de derechos (por ejemplo, a elegir y ser elegidos, para quienes no se sometan a las condiciones pactadas). Obviamente, las penas de una Justicia Transicional no son las mismas que prevé la justicia ordinaria, porque entonces no habría acuerdo. Segundo, porque olvida que decenas de países del mundo y organizaciones internacionales (incluidas la ONU, la OEA, Aministía Internacional, Human Wrights Watch, la Unión Europea, para mencionar algunas) harán el seguimiento de cada paso que se dé en la implementación de cualquier acuerdo (el pactado o el que resulte de una "re-negociación", aunque creo que se trata más de unas precisiones para quienes leyeron mal). Tercero, porque desconoce el fundamento de un acuerdo de paz entre quienes se han enfrentado en una guerra: no se trata de "vencer" y "someter" a la contraparte, negándole cualquier posibilidad de actuar, sino de construir un escenario en el que quienes negocian puedan seguir actuando sin tener que regresar a la situación previa (es decir, a la confrontación con armas "legales" e "ilegales").

Sigue Iván Duque: "Con el No estamos pidiendo que se corrija el artículo 38 del Acuerdo de Justicia, donde se quiere convertir el asesinato de soldados y policías en un delito conexo al delito político con fines de amnistía, llamándolos `muertes en combate a la luz del DIH´, cuando las FARC nunca han cumplido con esos lineamientos".

La generalización es peligrosa. Las FARC seguramente asesinaron soldados y policías, pero también combatieron con soldados y con policías. Jamás un medio de comunicación, al referirse a la muerte de un guerrillero, habló de asesinatos; siempre se dice que los contrarios son "dados de baja". Del mismo modo podría pensarse que los muertos de Hiroshima y Nagasaki son "bajas" y no asesinados; o que los muertos civiles en bombardeos no son asesinados, o que las víctimas de los llamados "falsos positivos" no son jóvenes asesinados (dijeron que eran "bajas", lo cual constituye un doble crimen). De nuevo se pierden contextos y condiciones.

En casi todo el texto hay interpretaciones basadas en el supuesto de que la mayoría de los puntos acordados esconden una "non sancta" intención. Pueden leerlo, pues seguramente el documento se encuentra en el sitio del periódico en la red.



En entrevista concedida a CM&, la Ministra de Relaciones Exteriores planteó que "la carga de la argumentación está ahora del lado de los promotores del NO". Entre tanto, algunos amigos del NO expresaban en las redes sociales que "ahora se quiere que asumamos la responsabilidad por el éxito o el fracaso de las negociaciones".

Gobierno y FARC negociaron. Llegaron a un acuerdo (el que pudieron). El plebiscito invalida ese acuerdo (no una parte, lo invalida todo). Lo que sigue debe ser plantear otro acuerdo (quizás manteniendo algunos puntos del que se invalidó). Pero los argumentos de los dos partes que negociaron se plantearon y se discutieron durante más de cuatro años. Un nuevo actor plantea que no se le escuchó y que tiene nuevos elementos y nuevos argumentos para re-negociar: ¿Quién debe negociar?

Se involucran en el proceso o no están en él. Al parecer, se espera que el gobierno nacional le imponga a las FARC los nuevos elementos y los nuevos argumentos que los promotores del NO consideran que deben reorientar el proceso. Dicen que es el "mandato" de las urnas.

La razón de ser de un acuerdo es que se llega a una posición intermedia. Por eso se habla de que no puede haber vencedores ni vencidos. Se ofrece y se cede de parte y parte. La negación del otro no puede ser ni comienzo ni fin de un diálogo (porque entonces se trataría de un "monólogo" disfrazado, de un ejercicio de poder).

Hay un TERCER actor en la negociación, que reclama no haber sido escuchado. La idea es que se le escuche por parte de quien señala como su contradictor y como quien obtuvo ventajas insostenibles. El gobierno negoció y llegó hasta donde pudo llegar (de nuevo, no puede creerse que los negociadores del gobierno fueron ingenuos o que son apátridas o que son guerrilleros): lo que se esperaría es que los NOÍSTAS convenzan a las FARC de que acojan sus propuestas de cambio en el acuerdo. Que los expongan (no pueden pretender que los negociadores del gobierno, en quienes no creen, los presenten en un nuevo ciclo de conversaciones) y que además expongan sus argumentos, y que convenzan a las FARC de que el único acuerdo posible, viable, justo y razonable para alcanzar una paz estable y duradera es el que ellos proponen.

*          *         *          *          *

Hay prisa, porque el tiempo es un bien escaso y porque la incertidumbre crea un ambiente que favorece la posibilidad de que se actúe pasionalmente.

*          *          *

La semana pasada leí la novela del nicaragüense Omar Cabezas, La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, en la que narra que estando en una vereda alejada del país "urbano" habló con una mujer y le explicó que la tierra gira alrededor del sol y sobre su propio eje, y que no es plana. Ella lo miraba incrédula y llegó a pensar que era objeto de burla.


De nuevo mis abrazos para tanto amigo que lee, comenta y conversa.

En Bogotá, octubre 5 de 2016

lunes, 3 de octubre de 2016

POR QUÉ   GANÓ EL

LA NOTA: Escribo porque pienso, porque creo (de creer y de crear), porque siento, porque amo, porque me duelo, porque dudo, porque imagino, porque espero, porque quiero a cada uno de mis amigos y me quiero...  Por tanto, me alegra cada vez que alguien replica, copia, comparte o discrepa: el mundo se ensancha, yo me ensancho.


La primera reacción, la mía, fue expresión de incredulidad y desconcierto. La segunda, de tristeza. Tarde en la noche escuché en la radio un programa realizado por jóvenes universitarios, que entrevistaban a otros jóvenes para conocer las razones que tuvieron para votar en uno u otro sentido. Y casi todas eran razones pobres, casi todas producto de la desinformación, casi todas fundadas en opiniones prestadas.

Solía escribir en el tablero, al hacer (no dictar) mis primeras clases en la Universidad Central de Bogotá, una frase del poema "Loa a la Educación", de Bertold Brecht (después de hablar un poco del dramaturgo alemán, de situar la época en la que escribió, antes del ascenso del nazismo en Alemania): "...lo que no sabes por ti mismo, en verdad no lo sabes".

Era el comienzo de unos viajes de 48 o de 64 horas semestrales, y había que plantear qué idea tengo sobre la producción del conocimiento, sobre los métodos, sobre metas, sobre expectativas...

Si el saber es de quien lo produce, el camino no puede pasar por la imposición de una verdad (la propia) sino que se descubre en cada estudiante y, con suerte, permite que este halle el modo de transitarlo.

Me duelen los estudiantes de este país, porque todavía no contamos con docentes apasionados y comprometidos con su trabajo. Nos han impuesto un sistema que atiende más a los títulos que se posean (otra cara del negocio de la educación) que a la calidad de los docentes: y tenemos muchos doctores ya en las Universidades sin que esto signifique que hay mejores personas al frente de una clase. Y quizás por ello las razones que esgrimen los estudiantes del Sí y los del No son igualmente pobres: son opiniones y, peor, son opiniones prestadas.

Sin embargo, en las respuestas de esos estudiantes descubrí que hay razones más que suficientes para transformar la tristeza en esperanza.



Primera: El triunfo del NO en las urnas solo fue posible porque los promotores de esta opción declararon que son partidarios de la paz. Esto supone que se derrumba la idea de que el conflicto armado en Colombia únicamente puede superarse mediante la continuación de la guerra, y afirma la vía de la negociación como alternativa para la tramitación de cualquier confrontación. Es decir, en este caso gana la opción política sobre la opción guerrerista. La política supone que haya escenarios para que quien no piensa como uno tenga la posibilidad de expresar sus ideas, debatirlas y llegar a acuerdos.

Negociar implica que no se somete al contradictor: se debe hallar un punto de acuerdo, y se tendrá que ceder porque las posiciones extremas no son conciliables en una discusión.

Segunda (y consecuencia de la anterior): En adelante (es decir, desde hoy, 3 de octubre de 2016), ninguna fuerza política en Colombia (en particular, las que promovieron el voto por el NO) podrá plantear que los conflictos entre colombianos se resuelven por la vía de una "solución final", es decir, mediante el escalamiento de una confrontación armada hasta lograr acorralar a los contradictores, provocar su rendición y su sometimiento. Esto supone un cambio sustancial en uno de los paradigmas de la "acción política" por parte de los poderosos y los fundamentalistas: no se puede (no se vale) suprimir a los contradictores, se debe NEGOCIAR con ellos.

Tercera: Como hay múltiples actores, y cada quien tiene posturas y convicciones diferentes, cualquier negociación deberá escuchar todas las voces alrededor de cada tema de interés nacional. Y habrá que escuchar a las minorías, y habrá que escuchar a quienes no comulgan con nuestros puntos de vista. La opción política, entonces, derrota la exclusión como alternativa y da lugar a la participación.

Cuarta: En las zonas más azotadas por la guerra el SÍ obtuvo mayoría. En esas zonas se gesta y se fortalece la idea de una necesaria integración regional para garantizar que se atienda a las demandas y las expectativas de miles de colombianos que han padecido los males mayores de la confrontación.

Quinta: Queda claro que el asunto de la paz en Colombia no se resuelve con el cese al fuego y de hostilidades definitivo. Si el anhelo común es la paz "estable y duradera" (que suscriben los partidarios del NO), entonces habrá que trabajar sobre las causas de la confrontación, que se remontan al despojo, la exclusión y el empobrecimiento que desde mediados del siglo pasado convirtieron en resultado de su práctica política los partidos Liberal y Conservador, y que han mantenido la mayoría de los nuevos clanes y partidos de este siglo.

Por estas razones, ganó el SÍ.

Seguramente hay más razones... las buscaré y las compartiré, con mi abrazo de siempre.

Miguel Hernández (1910-2010)

CANCIÓN ÚLTIMA (Miguel Hernández)

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.

Luis Jaime, en Bogotá, octubre 3 de 2016